jueves, 7 de junio de 2012

Impacto de las tecnologías en los países del Tercer Mundo


Impacto de las tecnologías en los países del Tercer Mundo
 El fin del siglo pasado estuvo marcado por una convergencia entre la electrónica, la informática y las telecomunicaciones, que constituye el núcleo central de la transformación multidimensional que experimenta la economía y la sociedad, imponiéndole al ser humano modificar no sólo sus hábitos y patrones de conducta, sino, incluso, su forma de pensar.
Diversos estudios previeron ya desde la década del setenta, incluso antes, que las tecnologías microelectrónicas y de telecomunicación, conocidas como las Tecnologías de la InformaTica y las Comunicaciones (TIC), transformarían a corto plazo las estructuras y sistemas de producción y servicios en los países industrializados, agudizando al mismo tiempo la desigualdad y dependencia del Tercer Mundo.
Las Tecnologías
Un gran número de países se opone a que las nuevas tecnologías sirvan para consolidar la hegemonía de los poderosos y que se utilicen para transmitir los valores negativos de la sociedad de consumo norteamericana. Se quiere que se reconozca el derecho a ser. Se quiere decidir de modo independiente la formas de vida, información y cultura, y que este derecho inalienable sea una referencia clara a la hora de pensar en el mundo interconectado que se avecina.
El desarrollo tecnológico en los países industrializados ha agudizado el desequilibrio y la desigualdad de recursos en los países del Tercer Mundo, afectando sus posibilidades de avance. Las nuevas tecnologías, monopolizadas desde el diseño a la comercialización por un minúsculo número de gigantescas corporaciones, han ahondado la brecha entre los que tienen acceso a la información y los que no disponen de recursos ni de oportunidad para acceder de modo suficiente o racional a las mismas.
Paradojas en la era de la información
Los contrastes en acceso a bienes comunicacionales de ida y vuelta (como telefonía e internet) son inquietantes cuando se comparan las distintas regiones del mundo. El 60% del total de la población de los países subdesarrollados habita en zonas rurales, sin embargo, más del 80% de sus escasas líneas telefónicas están situadas en las zonas urbanas.1 La Unión Internacional de Telecomunicaciones reconoce en su reporte del 2001 que la mitad de la humanidad está a más de dos horas de camino de un teléfono, el 90 % de los canales de satélites son destinados a la comunicación Norte- Norte, y llamar por teléfono de Sur a Norte cuesta de 5 a 10 veces más que a la inversa.
En América Latina, la brecha de infraestructura en TIC entre zonas urbanas y rurales es un hecho en todos los países de la región. Los mayores centros urbanos frecuentemente cuentan con el doble de densidad de líneas telefónicas que las ciudades pequeñas, y las áreas rurales tienen aún menor acceso.
Más de 20 países del continente africano poseen menos de una línea telefónica básica por 100 habitantes y el gasto en investigación y desarrollo es casi nulo, refiere el informe sobre desarrollo humano 2004 del PNUD, en un contexto donde es muy bajo el número de receptores de radio por 1 000 habitantes y este es el único medio efectivo de contacto por la dispersión del habitat, la pluralidad de lenguas y la falta de caminos e instalaciones energéticas.
El uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones es un derecho y una herramienta fundamental para lograr la transformación y el enriquecimiento del ser humano y de la sociedades, el desarrollo sostenible, y la eliminación de las causas de las desigualdades y graves problemas que hoy aquejan a los pueblos. La expansión del uso de nuevas tecnologías fomenta otras formas de desarraigo que afectan tanto a los trabajadores de los países periféricos como a los de los centros dominantes. Se habla ya de “los nómadas del siglo XXI o los cibernómadas”. Trabajadores temporeros o bajo contratos especiales que se suman a la corriente migratoria o desde sus países venden su fuerza de trabajo a corporaciones ubicadas en el exterior.
Realidades de América Latina
Las consecuencias de la ausencia de una verdadera política científico-tecnológica e innovativa, estriban en la dispersión irrecuperable en el mediano plazo, de lo más valioso del potencial científico-tecnológico, su componente humano-intelectual y el estímulo a la fuga de cerebros, produciéndose flujos de migración laboral calificada hacia el extranjero.
La llamada brecha digital entre los países industrializados y los países en desarrollo es aún más amplia que las brechas que los separan en términos de otros indicadores de productividad, bienestar socioeconómico y capacidad de innovación científico-tecnológica. Lo mismo ocurre al interior de cada país, entre sectores de altos y bajos ingresos. Los países latinoamericanos en el año 2000 tenían sólo 3,5% de los usuarios de la red Internet y menos del 1% del comercio electrónico global.5 Tal como sucede en otros aspectos del proceso de globalización en condiciones neoliberales, la transformación en el ámbito de las TIC está marcada por una dinámica de injusta distribución, tanto entre países como al interior de ellos, una gran dispersión en términos de costo y cobertura de telecomunicaciones, de capacitación de los recursos humanos para hacer un uso eficaz de los mismos, así como de preparación de las estructuras estatales y empresariales para la economía digital.
Una política estratégica en lo que a nuevas tecnologías se refiere tiene necesariamente que conceder un peso fundamental al sector de las telecomunicaciones, que es uno de los centros vitales de desarrollo social en el presente siglo. Para que cualquier país pueda sacar provecho de esa situación requerirá, a la larga, tomar decisiones de regulación y planificación del desarrollo tecnológico en este campo, lo cual significará considerar no solamente al sector de las telecomunicaciones sino también al sector de la industria audiovisual y de las comunicaciones y la información, por ello las decisiones en política tecnológica no pueden desvincularse de las políticas comunicacionales, educativas y culturales como un todo.
No se puede pensar en un modelo de planificación de las comunicaciones, que solo se sustente en grandes ganancias financieras de los servicios de información y de comunicación, o que solo piense en las ventajas industriales de los productos informáticos, porque ese modelo estaría alejado de la realidad estructural de los países y de sus papeles en las relaciones internacionales. Mientras que a los países productores de las nuevas tecnologías, les resulta vital para su modelo económico-social competir con sus productos telemáticos en el mercado internacional porque de eso depende su posición como potencias y su nivel de desarrollo, a los países en desarrollo solo les está asignado en ese modelo ser receptores pasivos de los productos tecnológicos y de los programas y contenidos producidos por los primeros.
El fenómeno Internet
En los últimos 20 ó 25 años el mundo ha venido transitando por la llamada era digital, post - industrial o de la información, que ha permitido que una minoría de países con poderío económico y tecnológico domine y mantenga un continuo desarrollo en las telecomunicaciones, las redes de computadoras y la información, lo que constituye el pilar fundamental de una nueva revolución en la esfera del conocimiento, aumentando con ello el abismo existente entre ricos y pobres.
Con la aparición de las redes de computadoras y su interconexión a través de protocolos de comunicación se ampliaron considerablemente las posibilidades de los seres humanos para procesar y conservar información. De esta manera surge Internet, la llamada Red de Redes, un grupo específico de redes conectadas por todo el mundo. El medio de comunicación que en menos tiempo, cuatro años, alcanzó los 50 millones de usuarios en toda la historia de la comunicación.
La red de redes conecta cientos de millones de centros y hogares repartidos por todo el mundo. Lo que aparece en Internet puede ser consultado desde cualquier lugar de la tierra, incluso aunque no se disponga de red telefónica, ya que es posible realizarlo vía satélite o por redes inalámbricas.
Aprovechamiento de las posibilidades técnicas
El desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones y su rápida difusión en los países industrializados es la principal causa de los cambios estructurales contemporáneos. El nivel tecnológico y el acceso a la información es hoy el factor dominante para competir en el mercado mundial, donde los países del Tercer Mundo podrían estar condenados a una prolongada dependencia y desigualdad.
Ante esta situación se impone aprovechar el vasto campo de posibilidades que incluye la asistencia técnica, la capacitación y diversas formas de cooperación en el campo de la salud, la educación, los servicios, la ciencia y otros aspectos de vital interés para los países del Sur.
Es indispensable desarrollar programas contra el analfabetismo, por la escolarización de todos los niños, por la elevación de los niveles de enseñanza, por la formación masiva de técnicos y personal calificado, por el acceso a la enseñanza universitaria y por el desarrollo de las ricas y centenarias potencialidades de las culturas de los pueblos, eliminando toda forma de dependencia, deformación o colonialismo cultural.

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