Impacto de las tecnologías en los países del
Tercer Mundo
El fin del siglo pasado estuvo marcado por una
convergencia entre la electrónica, la informática y las telecomunicaciones, que
constituye el núcleo central de la transformación multidimensional que experimenta
la economía y la sociedad, imponiéndole al ser humano modificar no sólo sus
hábitos y patrones de conducta, sino, incluso, su forma de pensar.
Diversos estudios previeron ya
desde la década del setenta, incluso antes, que las tecnologías microelectrónicas
y de telecomunicación, conocidas como las Tecnologías de la InformaTica y las
Comunicaciones (TIC),
transformarían a corto plazo las estructuras y sistemas de producción y
servicios en los países industrializados, agudizando al mismo tiempo la
desigualdad y dependencia del Tercer Mundo.
Las Tecnologías
Un gran número de países se opone a
que las nuevas tecnologías sirvan para consolidar la hegemonía de los poderosos
y que se utilicen para transmitir los valores negativos de la sociedad de
consumo norteamericana. Se quiere que se reconozca el derecho a ser. Se quiere
decidir de modo independiente la formas de vida, información y cultura, y que
este derecho inalienable sea una referencia clara a la hora de pensar en el
mundo interconectado que se avecina.
El desarrollo tecnológico en los
países industrializados ha agudizado el desequilibrio y la desigualdad de
recursos en los países del Tercer Mundo, afectando sus posibilidades de avance.
Las nuevas tecnologías, monopolizadas desde el diseño a la comercialización por
un minúsculo número de gigantescas corporaciones, han ahondado la brecha entre
los que tienen acceso a la información y los que no disponen de recursos ni de
oportunidad para acceder de modo suficiente o racional a las mismas.
Paradojas en la era de la información
Los contrastes en acceso a bienes
comunicacionales de ida y vuelta (como telefonía e internet) son inquietantes
cuando se comparan las distintas regiones del mundo. El 60% del total de la
población de los países subdesarrollados habita en zonas rurales, sin embargo,
más del 80% de sus escasas líneas telefónicas están situadas en las zonas
urbanas.1 La Unión Internacional de
Telecomunicaciones reconoce en su reporte del 2001 que la mitad
de la humanidad está a más de dos horas de camino de un teléfono, el 90 %
de los canales de satélites son destinados a la comunicación Norte- Norte, y
llamar por teléfono de Sur a Norte cuesta de 5 a 10 veces más que a la inversa.
En América Latina, la brecha de
infraestructura en TIC entre zonas urbanas y rurales es un hecho en todos los
países de la región. Los mayores centros urbanos frecuentemente cuentan con el
doble de densidad de líneas telefónicas que las ciudades pequeñas, y las áreas
rurales tienen aún menor acceso.
Más de 20 países del continente
africano poseen menos de una línea telefónica básica por 100 habitantes y el
gasto en investigación y desarrollo es casi nulo, refiere el informe sobre
desarrollo humano 2004 del PNUD, en un contexto donde es muy bajo el número de
receptores de radio por 1 000 habitantes y este es el único medio efectivo de
contacto por la dispersión del habitat, la pluralidad de lenguas y la falta de
caminos e instalaciones energéticas.
El uso de las tecnologías de la
información y las comunicaciones es un derecho y una herramienta fundamental
para lograr la transformación y el enriquecimiento del ser humano y de la
sociedades, el desarrollo sostenible, y la eliminación de las causas de las
desigualdades y graves problemas que hoy aquejan a los pueblos. La expansión
del uso de nuevas tecnologías fomenta otras formas de desarraigo que afectan
tanto a los trabajadores de los países periféricos como a los de los centros
dominantes. Se habla ya de “los nómadas del siglo XXI o los cibernómadas”.
Trabajadores temporeros o bajo contratos especiales que se suman a la corriente
migratoria o desde sus países venden su fuerza de trabajo a corporaciones
ubicadas en el exterior.
Realidades de América Latina
Las consecuencias de la ausencia de
una verdadera política científico-tecnológica e innovativa, estriban en la
dispersión irrecuperable en el mediano plazo, de lo más valioso del potencial
científico-tecnológico, su componente humano-intelectual y el estímulo a la
fuga de cerebros, produciéndose flujos de migración laboral calificada hacia el
extranjero.
La llamada brecha digital entre los
países industrializados y los países en desarrollo es aún más amplia que las
brechas que los separan en términos de otros indicadores de productividad,
bienestar socioeconómico y capacidad de innovación científico-tecnológica. Lo
mismo ocurre al interior de cada país, entre sectores de altos y bajos
ingresos. Los países latinoamericanos en el año 2000 tenían sólo 3,5% de los
usuarios de la red Internet y menos del 1% del comercio electrónico global.5
Tal como sucede en otros aspectos del proceso de globalización en condiciones
neoliberales, la transformación en el ámbito de las TIC está marcada por una
dinámica de injusta distribución, tanto entre países como al interior de ellos,
una gran dispersión en términos de costo y cobertura de telecomunicaciones, de
capacitación de los recursos humanos para hacer un uso eficaz de los mismos,
así como de preparación de las estructuras estatales y empresariales para la
economía digital.
Una política estratégica en lo que
a nuevas tecnologías se refiere tiene necesariamente que conceder un peso
fundamental al sector de las telecomunicaciones, que es uno de los centros vitales
de desarrollo social en el presente siglo. Para que cualquier país pueda sacar
provecho de esa situación requerirá, a la larga, tomar decisiones de regulación
y planificación del desarrollo tecnológico en este campo, lo cual significará
considerar no solamente al sector de las telecomunicaciones sino también al
sector de la industria audiovisual y de las comunicaciones y la información,
por ello las decisiones en política tecnológica no pueden desvincularse de las
políticas comunicacionales, educativas y culturales como un todo.
No se puede pensar en un modelo de
planificación de las comunicaciones, que solo se sustente en grandes ganancias
financieras de los servicios de información y de comunicación, o que solo
piense en las ventajas industriales de los productos informáticos, porque ese
modelo estaría alejado de la realidad estructural de los países y de sus
papeles en las relaciones internacionales. Mientras que a los países
productores de las nuevas tecnologías, les resulta vital para su modelo económico-social
competir con sus productos telemáticos en el mercado internacional porque de
eso depende su posición como potencias y su nivel de desarrollo, a los países
en desarrollo solo les está asignado en ese modelo ser receptores pasivos de
los productos tecnológicos y de los programas y contenidos producidos por los
primeros.
El fenómeno Internet
En los últimos 20 ó 25 años el
mundo ha venido transitando por la llamada era digital, post - industrial o de
la información, que ha permitido que una minoría de países con poderío
económico y tecnológico domine y mantenga un continuo desarrollo en las
telecomunicaciones, las redes de computadoras y la información, lo que
constituye el pilar fundamental de una nueva revolución en la esfera del
conocimiento, aumentando con ello el abismo existente entre ricos y pobres.
Con la aparición de las redes de
computadoras y su interconexión a través de protocolos de comunicación se
ampliaron considerablemente las posibilidades de los seres humanos para
procesar y conservar información. De esta manera surge Internet, la llamada Red
de Redes, un grupo específico de redes conectadas por todo el mundo. El medio
de comunicación que en menos tiempo, cuatro años, alcanzó los 50 millones de
usuarios en toda la historia de la comunicación.
La red de redes conecta cientos de
millones de centros y hogares repartidos por todo el mundo. Lo que aparece en
Internet puede ser consultado desde cualquier lugar de la tierra, incluso
aunque no se disponga de red telefónica, ya que es posible realizarlo vía
satélite o por redes inalámbricas.
Aprovechamiento de las posibilidades técnicas
El desarrollo de las tecnologías de
la información y las comunicaciones y su rápida difusión en los países
industrializados es la principal causa de los cambios estructurales
contemporáneos. El nivel tecnológico y el acceso a la información es hoy el
factor dominante para competir en el mercado mundial, donde los países del
Tercer Mundo podrían estar condenados a una prolongada dependencia y
desigualdad.
Ante esta situación se impone
aprovechar el vasto campo de posibilidades que incluye la asistencia técnica,
la capacitación y diversas formas de cooperación en el campo de la salud, la
educación, los servicios, la ciencia y otros aspectos de vital interés para los
países del Sur.
Es indispensable desarrollar
programas contra el analfabetismo, por la escolarización de todos los niños,
por la elevación de los niveles de enseñanza, por la formación masiva de
técnicos y personal calificado, por el acceso a la enseñanza universitaria y
por el desarrollo de las ricas y centenarias potencialidades de las culturas de
los pueblos, eliminando toda forma de dependencia, deformación o colonialismo
cultural.
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